Mi décimoquinta fiesta de fin de año fue como de costumbre, un público con unas ganas increíbles de pasarlo bien (en fin de año estamos obligados a ello por lo visto), el que en una fiesta normal es pesado en fin de año se esfuerza el doble en serlo más, amenazas de todo tipo para que pinches un tema que siempre siempre siempre el interesado ha consultado con todo el mundo y miligrosamente ellos piensan lo mismo, problemas técnicos de última hora y lo típico que sucece a un DJ que haya pinchado en más de una ocasión en una época tan amada y odiada por la mayoría de los nosotros como es la Navidad.
Sin embargo este fin de año fue especial, me acompañaba mi querido Traktor y su mágica función SYNC. Sé que la frase anterior va a desatar la furia de los Dioses entre algunos, pero yo voy a defender de una vez por todas una de las herramientas que más ha cambiado la manera de pinchar en los últimos tiempos.
Me cuesta mezclar, lo reconozco, llevo quince años en esto y todavía se me va la mezcla, cada vez menos pero se me va. No me da vergüenza reconocerlo, a mí me pagan por que la gente baile no por merzclar de manera perfecta dos temas cuales quieras que sean.
En los catorce fines de año anteriores no había tenido a mano a San SYNC y sufría porque me costaba tanto encontrar el tema perfecto, ya me pasaba demasiado tiempo en la puta mezcla, y eso después de 6, 7 u 8 horas de sesión se nota. Cuando terminaba llegaba a casa y dormía como un bendito hasta bien entrada la noche, me causaba estrés y a la vez odio, porque yo lo que quiero es seleccionar el tema adecuado en el momento perfecto (casi nada vamos) no quiero ser un Danny Tenaglia de las mezclas ni un Qbert del scracth. Yo sólo quiero que la gente baile para que el promotor me llame de nuevo el año que viene y así poder comprar los Reyes a la familia con ese dinerillo extra (lo siento no soy un Top DJ y no tengo miles de fans en Facebook y Twitter esperándome)
Pero este año todo cambió, apreté esa tecla mágica negra iluminada en naranja de mi Traktor Kontrol S4 llamada SYNC y me dediqué sólo a pinchar. Joder, como me lo pasé, fue la hostia, un tema detrás de otro, un filter de vez en cuando y unos fx cuando me aburría y todo cuadrado. Nada de estrés, todo concentración, selección de temas casi perfecta (nunca lo es ni lo será) y promotor contento (¡El año que viene te llamo de nuevo!).
Sé lo que vas a decir, menudo DJ de mierda, no sabe ni mezclar. Permíteme que te remonte a los orígenes de esto que se llamar pinchar, no cuenta nada: ni el equipo que tengas (Pioneer o DJ Tech), ni la ropa que lleves (Carhartt o Mercadillo de los domingos), ni lo que ligues (pagando o no), ni dónde pinches (Space o el cumpleaños de tu prima), aquí lo que cuenta es la MÚSICA.
Sí, esa gran desconocida que para muchos que es la MÚSICA y lo que yo mal llamo PSICOLOGÍA MUSICAL o lo que es lo mismo saber lo que pinchas en cada momento y en cada lugar. O más gráficamente, no como Torrente cuando va a la disco bakala y pone la cinta de El Fary.
Al final los DJs estamos para eso, para poner la música que les gusta a los demás y de paso algo que nos guste a nosotros también. No nos llaman para mezclar una Rumba con House o para hacer controllerism, nos invitan porque quieren bailar con la música que les podemos ofrecer.
¡No es que con el SYNC todo el mundo saber pinchar!. Pues bien adelante, pincha pero cuidado con qué, no vale pinchar Tech House en una boda ni poner Reggaetón sexy en una comunión. Lo único que funciona es pinchar lo que debes donde debas y eso no te lo va a dar nadie, sólo la experiencia. Las fiestas gratis donde pinchas y también donde te prometieron 100 y al fina te dan 50 porque la caja fue mal (¡¡¡y a mí que coño me importa!!!), la mitad de los sábados del año en que no puedes salir porque estás haciendo lo más que te gusta o los días de fiestas que no puedes estar con tu familia porque es cuando más trabajo tienes.