Cuando sales a tomar unas copas con amigos y a escuchar tus temas favoritos no quieres que el local esté condicionado por el ruido que proyecta al exterior, como cliente te da igual con tal de pasar una buena noche, pero lo que sí es cierto es que debido al auge de los locales nocturnos y el aumento de quejas vecinales, los ayuntamientos se ven obligados a tomar medidas como aprobar diferentes ordenanzas contra la contaminación acústica para adecuarse a la nueva ley nacional del ruido exigiendo la instalación de un controlador o limitador de sonido en la mayoría de los casos. Pero esto no implica que vaya a bajar siempre la música, solo tener mayor control y hacer que el equipo suene en el nivel correcto, que se aplique de manera más estricta la ley y así evitar las trampas de algunos locales de ocio y molestias a los vecinos.
Por eso el pilar básico de un local de ocio es su aislamiento acústico, cuando nos encontramos con un problema de ruido, por ejemplo en un bloque de viviendas en las inmediaciones de una discoteca y que por las características constructivas o presupuestarias de la misma no es posible conseguir un aislamiento acústico completo, la solución es intervenir sobre el nivel de presión sonora que desarrollan los dispositivos de sonido instalando un limitador de sonido, a fin de que el nivel de ruido que soporta la comunidad de vecinos afectada no sea un problema.
Los propietarios de establecimiento como bares, restaurantes, discotecas, pubs, deben cumplir las normativas y ordenanzas municipales, realizando un estudio acústico y su aislamiento correspondiente, siendo cada vez más común la asociación de propietarios que optan por instalar un limitador de sonido en sus locales para así todos cumplir con el nivel sonoro permitido, además de ser una solución a la competencia desleal (locales con música más alta que otros).
El limitador no tiene que ser tu enemigo como DJ:
“La misión principal de un limitador es regular y mantener el nivel sonoro, con la mejor calidad acústica posible y la tranquilidad de cumplir con la normativa vigente.”
El limitador de sonido o limitador acústico es un equipo que debe actuar en toda la cadena reproductora de sonido, controlando el nivel de presión generado por un equipo de música con el fin de no sobrepasar los niveles permitidos por las distintas normativas del ruido, a ser posible, limitando todo el espectro de audio, lo que evita cambios en la ecualización del local.
Instalación y funcionamiento
Los limitadores se instalan entre la salida del mezclador y las etapas de potencia del equipo de música. Cuentan con uno o dos micrófonos que miden el nivel de presión sonora en el interior del recinto. Analizando la señal eléctrica que llega desde la mesa de mezclas y la señal acústica (convertida a eléctrica por el micrófono), permite ajustar el nivel de salida para que no exceda los máximos configurados en el dispositivo. Se almacenan los datos de los niveles sonoros de cada sesión, así como las posibles manipulaciones del sistema y las re-programaciones.
Permitiendo ser precintados físicamente o asignar una clave alfanumérica para acceder al modo de programación del equipo. Una buena característica para elegir un limitador es que realice su trabajo de manera analógica, para que a la hora de limitar no cause retardos, muy molestos para los DJs.
Una característica muy importante también es que no produzca variaciones en el volumen musical generadas por ruidos ajenos a la música como golpes o gritos, ya que el nivel de ruido recogido por el micrófono puede ser totalmente independiente al nivel de emisión musical del equipo, pudiendo elegir entre micro o línea como señal de referencia para limitar.
Legislación
A juicio de la Comisión Europea, el ruido ambiental causado por el tráfico y las actividades industriales y recreativas, constituye uno de los principales problemas medioambientales en el ámbito comunitario y es el origen de un número cada vez mayor de quejas por parte de los ciudadanos.
La protección jurídica contra el ruido se ha acometido por la legislación estatal, pero las Comunidades Autónomas también tienen competencia para dictar normas de desarrollo de la legislación básica del Estado, así como para elaborar normas adicionales de protección.
En cuanto a las competencias locales en el control del ruido los Ayuntamientos gozan de autonomía para la gestión de sus propios intereses y la responsabilidad en el control sanitario de ruidos y vibraciones.
