El diario El Mundo publicó hace algunos días un estremecedor reportaje del estado de las empresas que se dedican a la música en directo en nuestro país. Te aconsejo que te leas la noticia, porque es muy reveladora del actual estado de nuestro negocio (los DJs queramos o no somos parte de este sector) debido a la crisis. Y especialmente al impago por parte de las administraciones, sobre todo los ayuntamientos. Resumiendo, en estos momentos se deben más de 75 millones de euros, estando en la zona de Andalucía y de Levante las administraciones más deudoras. Y más del 80% de las empresas han desaparecido por la crisis y por esas deudas. Lo que no se dice, y eso lo sé porque fui programador de conciertos en un Ayuntamiento, es que los cachés de los grupos españoles antes de la crisis eran los más altos de toda Europa. Dándose el caso, y eso todos los profesionales lo saben, de bandas que cuando venían a nuestro país, cobraban el doble o el triple que en el resto de Europa.
España estaba y está considerada el maná de los festivales y de la música en directo, hay que aclarar que somos el país europeo con más festivales y de mayor calidad. La lista, sólo en cuanto a electrónica es interminable: Sónar, Monegros, Rock In Rio, Aquasella, Creamfields y muchísimos que se me quedan en el tintero.
Tal y como hubo una burbuja inmobilaria, también la hubo de la música en directo. Cualquier banda de los 80s, tipo La Unión o Danza Invisible, que llevaban años sin publicar material nuevo te cobraban al menos 30.000 € por bolo, sólo de caché, sin contar producción (sonido, iluminación, pasajes, dietas, transporte interno, etc.). Si te ibas a artistas más conocidos, el gasto era farónico y las condiciones dacronianas. Así, por ejemplo, Silvio Rodríguez o Joaquín Sabina, dos músicos considerados del «proletariado», no tocaban nunca en ciudades que no fueran capitales de provincia. Eso significaba, que en tu ciudad de 150.000 habitantes sino era capital de tu provincia, por mucho dinero que tuvieras o por muchas ventajas que representase la actuación para los propios artistas, ellos jamás tocarían. Me imagino que no les gustaría roderase de poco «proletariado».
En definitiva, como pertenecí a la dos caras de la moneda, puedo decir que la situación en la que estamos está provocadas tanto por las empresas y los músicos como por las administraciones. Porque hay que dejar claro, que estas y sus políticos fueron las primeras en apuntarse al carro de los megaespectáculos que luego estaban varios años pagándote como querían o podían. Y que ahora de manera lógica, han restringido el gasto de forma alarmante, y lo peor, han evitado pagar por todos los medios las deudas que por ley deben abonar en un plazo no superior a 60 días.
Como todo en la Naturaleza, el sistema se autoregula en la mayoría de los casos solo. Y eso es lo que está pasando en estos momentos, y como no podía ser menos la caída va a doler y mucho. Lo bueno que va a tener todo esto, es que se hará un gran criba, y sólo quedarán los verdaderos profesionales del sector, que siguen en él en la mayoría de los casos porque les gusta su trabajo o porque no pueden o no saben hacer otra cosa. Y lo dejarán todos aquellos buscavidas/chupasangre que se mantenrían en el negocio gracias al engaño a sus representados, a sus clientes y a ellos mismos. En fin, destruir para construir, tristemente es así.
